Me gustaría creer que las máscaras solo se utilizan en un escenario, en una fiesta o en la intimidad. Es doloroso saber que su uso traspasa la ficción y el juego para ser manipuladas por políticos que nos mienten en su propio beneficio.

También es doloroso saber que muchas de esas autoridades las elegimos nosotros con uno de los derechos más esenciales que desperdiciamos: el voto.

Ojalá el robo de las vacunas sea el último acto de todos estos personajes y que nosotros hayamos aprendido que el vestuario, la escenografía, el maquillaje y las máscaras pertenecen al arte y no a la política.

En abril toca elegir a personas capaces, empáticas y humanas que trabajen por el Perú que todos queremos y no por intereses contrarios a las necesidades del pueblo. Es hora que el drama y la comedia sean ficciones que aplaudamos únicamente en los escenarios donde los verdaderos artistas viven.

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